Cine y multimedia
Por
Joan Carles Martorell
Con la
entrada del nuevo siglo han llegado una avalancha de cambios y novedades que
están impactando en el terreno de la comunicación audiovisual.
Muchos
son los factores responsables de estos nuevos fenómenos, pero ahora nos
centraremos en las cuestiones más bien formales y tecnológicas, o de lenguaje,
sin olvidar que éstas están de alguna manera íntimamente ligadas a nuevos
contenidos.
Cabría
destacar tres fenómenos clave. Por una parte la consolidación del vídeo digital
como alternativa al soporte químico tradicional, así como claro sustituto de
éste en un futuro a medio plazo. Otro fenómeno es la creciente expansión de
internet, que a pesar de estar todavía en un periodo muy primitivo, ya empieza a
dibujar una nueva mentalidad comunicativa basada en el hipertexto y la
hiperimagen (la tecnología Flash, por ejemplo). Finalmente cabe destacar una
cuestión muy reciente: la progresión geométrica de estudiantes de
audiovisuales, escuelas de cine y festivales de cortos que están inundando el
panorama, generando así una producción de contenidos, más homogéneos de lo que
nos gustaría, hasta hace poco inimaginable (se podría decir que hay directores
de cine y "audiovisualeros" hasta en la sopa).

El
multimedia ya se ha llevado a la práctica tanto en la industria más comercial
con producciones como ’The Matrix’ o ’El Señor de los Anillos’ como en la más
vanguardista: ’The Tulse Luper Suitcases’ de Peter Greenaway (tres
largometrajes, cdrom, web, serie para televisión y exposición itinerante) o ’La
Pelota Vasca’ de Julio Medem (documental, serie para televisión, libro, website
con montaje interactivo y foro, DVD de siete horas y largometraje de ficción en
preparación). Aun así las "evoluciones" son siempre lentas y queda
mucho por investigar, sobretodo con el DVD, un soporte apenas explotado pero
que podrá permitir infinitas posibilidades.
Pero no
sólo los soportes ofrecen nuevas perspectivas sino también las narrativas que
estas tecnologías nos pueden facilitar. De alguna manera se podría establecer
un paralelismo entre el incipiente lenguaje audiovisual contemporáneo con la
lenta pero importante evolución que sufrió la música en la Edad Media. Se trata
del paso de la monodia a la polifonía, de una sola melodía a una compleja
arquitectura musical con múltiples instrumentos, movimientos y líneas
melódicas. Quien haya usado alguna vez cualquier programa de edición de vídeo
por ordenador podrá entender gráficamente a lo que me refiero: del montaje
puramente horizontal, es decir, por corte, un plano tras otro pasamos a un
montaje vertical, en donde varias capas se superponen. Este hecho abre infinitas
puertas narrativas en el momento en que la película adquiere una densidad antes
inexplorada de formatos, multi imágenes y multicámaras o hiperimágenes (entrar
en la imagen o hacer un "link" con otra), por ejemplo. Hasta ahora
estos recursos han sido utilizados, sobre todo por la publicidad, como una
fórmula puramente estética. Pero es probable que poco a poco vayan generando
usos más ambiciosos.
El
concepto de "cine" se amplía, se vuelve más complejo y
multidisciplinar. Existen nuevos soportes y tecnologías, nuevos espectadores
mucho mejor educados audiovisualmente y capaces de un desciframiento de códigos
narrativos mucho más sofisticados. Pero, sobre todo, seguimos teniendo nuevas
historias: 11S, conspiraciones, globalización, mentiras, crisis de la
democracia, nuevos conceptos de familia, revolución biotecnológica... ¿Acaso la
realidad contemporánea no nos ofrece muchas, muchas cosas que contar? ¿Acaso la
complejidad de estos sucesos no requiere también un tratamiento audiovisual
equivalente?
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